Los expatriados británicos que viven en Portugal se están despertando con una libra esterlina más fuerte y, con ella, una nueva serie de cuestiones financieras.

La libra esterlina ha ganado terreno frente al euro este mes, situándose en torno a 1,1913 euros, su nivel más alto en más de dos años.

Detrás de este movimiento hay un cóctel de datos económicos británicos mejores de lo esperado, una inflación pegajosa y la reticencia del Banco de Inglaterra a recortar los tipos de interés tan rápidamente como el Banco Central Europeo.

Sobre el papel, esto supone una mejora para miles de británicos que viven en países de la zona euro como Portugal, España y Francia.

Significa que los pagos de las pensiones llegan más lejos, que las facturas de los supermercados locales son más ligeras y que las transferencias transfronterizas de efectivo se realizan con menos fricciones.

Sin embargo, los expertos financieros instan a la cautela: no es el momento de dormirse en los laureles, sino de tomar el control.

Jake McLaughlin, Director Ejecutivo de deVere Portugal, afirma que demasiados expatriados ven el tipo de cambio de forma pasiva, reaccionando a posteriori en lugar de planificar con antelación.

"Existe una sensación de alivio cuando la libra esterlina sube, como si se tratara de una bonificación que simplemente ocurre", afirma McLaughlin.

"Pero ese tipo de pensamiento deja a la gente expuesta cuando la libra inevitablemente cambia de dirección. Y lo hará".

El reciente repunte, aunque bienvenido para los asalariados de la libra que gastan en euros, no cambia la volatilidad subyacente en los mercados de divisas. La libra esterlina sigue siendo muy sensible al ruido político, a los giros de los bancos centrales y a las sorpresas de los datos económicos. Para los expatriados con ingresos en el Reino Unido y gastos denominados en euros, esa volatilidad tiene consecuencias en el mundo real.

"Los expatriados a menudo subestiman hasta qué punto su estilo de vida está vinculado a los movimientos de las divisas", explica McLaughlin.

"Un cambio del 3-4% en la libra frente al euro puede traducirse fácilmente en el pago de un mes completo de hipoteca o acabar con las ganancias de una estrategia de reducción de pensiones supuestamente 'segura'".

En los últimos años, el Brexit, el Covid, las crisis energéticas y los reajustes fiscales han reconfigurado el entorno de las divisas. Ya no hay un rango o tendencia fiable con la que contar. Aunque este último movimiento ha favorecido a la libra, pocos apostarían contra un retroceso si las expectativas de recorte de tipos en el Reino Unido alcanzan al BCE, o si la inestabilidad política vuelve a Westminster.

McLaughlin insta a los expatriados británicos a tratar el riesgo cambiario como una parte central de su planificación financiera, no como una ocurrencia tardía.

"Si vives en euros pero percibes ingresos en libras, no se trata de un detalle técnico. Es una exposición a divisas. Y gestionarlo bien puede suponer una diferencia de seis cifras con el tiempo".

Esa gestión puede adoptar distintas formas. Para algunos, significa trasladar más activos a la zona euro localizando los ingresos y gastos para reducir la vulnerabilidad.

Para otros, se trata de programar las transferencias con la ayuda de herramientas y asesoramiento sobre divisas, o incluso de explorar mecanismos de cobertura que solían estar reservados a las instituciones pero que ahora son accesibles a los particulares.

En el centro de la cuestión está la mentalidad. Durante años, muchos expatriados han considerado el tipo de cambio como algo ocasional, una pequeña nota al margen en su aplicación bancaria.

Pero, como dice McLaughlin, "la libra esterlina no es sólo una divisa. Para los expatriados británicos, es un activo de riesgo. Y debe tratarse como tal".

Dice que los días de asumir la paridad a largo plazo han terminado. "Estamos viendo cómo los clientes se vuelven más intencionados, estructurando las inversiones, las pensiones y las estrategias de ingresos teniendo en cuenta el rendimiento de la divisa. Eso es planificación inteligente, no complicación excesiva".

También hay un punto estratégico más amplio. Con la política fiscal del Reino Unido aún bajo presión y la política europea entrando en una nueva fase menos predecible antes de las elecciones de la UE y las contiendas nacionales, los mercados de divisas están siendo impulsados por algo más que la economía. Para los expatriados, esto supone un incentivo aún mayor para protegerse de la deriva de las divisas.

"Es un momento de oportunidad", afirma McLaughlin. "La fortaleza de la libra esterlina da a la gente la oportunidad de reevaluarse. Para mover el dinero con inteligencia. Para reequilibrar. Pero la ventana no permanecerá abierta para siempre".

El mensaje parece ser que hay que disfrutar de las subidas, pero no confundirlas con estabilidad. Para los expatriados británicos, la fortaleza de la libra es un recordatorio, no sólo una recompensa.

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