Se educó en el monasterio benedictino de Picardía y más tarde fue abad de Nueva Corbie, en Westfalia.
En 832, Ansgar fue nombrado obispo de Hamburgo y se le encomendó la misión de evangelizar Dinamarca, Noruega y Suecia.
Su excepcional talento para la predicación fue correspondido por la providencia divina. Cuando el supersticioso rey de Suecia decidió echar suertes para determinar si se permitiría la entrada de los misioneros cristianos en su reino, Ansgar confió el resultado a Dios... y el resultado fue favorable.
Hombre de profunda humildad y ascetismo, Ansgar vestía un áspero cilicio, vivía a pan y agua y mostraba gran caridad con los pobres. Murió en 865, llorado por todo el norte de Europa.
Como primer misionero en Suecia y organizador de la jerarquía eclesiástica en los países nórdicos, San Ansgar fue declarado Patrón de Escandinavia.