Esta rebaja sitúa la calificación de Francia al mismo nivel que la de Portugal, España, China y Japón.
La decisión de la agencia de calificación se explica por la consideración de que "la incertidumbre sobre las finanzas públicas francesas sigue siendo elevada", y ello "a pesar de la presentación esta semana del proyecto de presupuesto para 2026".
En reacción a la segunda rebaja de la calificación de Francia por parte de S&P en año y medio, el ministro francés de Economía, Roland Lescure, declaró haber "tomado nota" de la decisión.
"El Gobierno confirma su determinación de mantener el objetivo de déficit (presupuestario) del 5,4% del PIB para 2025", añadió el ministro en un comunicado difundido a la AFP.
Según S&P, si "este objetivo del 5,4% del PIB en 2025 se alcanza (...) sin medidas adicionales significativas para reducir el déficit fiscal, la recuperación fiscal en el horizonte de previsión será más lenta de lo previsto".
La agencia prevé que "la deuda pública bruta alcanzará el 121% del PIB en 2028, tras el 112% a finales de 2024", prosigue en el comunicado en el que anuncia la nueva calificación.
"En consecuencia, hemos rebajado nuestra calificación soberana no solicitada de Francia de AA-/A-1+ a A+/A-1", detalló.
La nueva calificación se complementa con una perspectiva estable.
Esta nueva rebaja de la calificación se produce cuando se espera que Moody's tome una decisión el 24 de octubre y sigue a una decisión similar de Fitch, que rebajó la calificación de Francia a A+ hace un mes, alegando la persistente inestabilidad y la incertidumbre presupuestaria.
Las agencias de calificación financiera, como éstas, califican la solvencia de los Estados -es decir, su capacidad para reembolsar sus deudas- en una escala que va desde la AAA, la calificación más alta, correspondiente a la famosa triple A, hasta la D, que corresponde al impago.
Las rebajas en las calificaciones asignadas por estas agencias son temidas por los Estados, ya que pueden provocar un aumento del coste de sus deudas.