Estas tasas, a menudo consideradas pequeñas, pueden acumularse rápidamente a lo largo de una estancia, alcanzando en algunos casos varios cientos de euros más de lo previsto.

En Portugal, ya existen tasas turísticas en 41 municipios, siendo Lisboa y Cascais las que cobran las tarifas más altas, fijadas en cuatro euros por noche, seguidas de Oporto, con tres euros, y Vila Nova de Gaia, con 2,5 euros. La mayoría de los demás municipios aplican tarifas de entre uno y dos euros.

Sin embargo, es Ámsterdam la que encabeza la lista de ciudades europeas con las tasas turísticas más elevadas, cobrando el 12,5% del valor total de la reserva, en una estrategia para gestionar el exceso de turismo y garantizar que contribuya directamente a los servicios públicos y al mantenimiento urbano. Ciudades como Atenas, Rodas y otras de Grecia están aplicando un "impuesto de resiliencia climática" para apoyar las infraestructuras y el turismo sostenible.

Milán, Roma, Florencia y Bolonia, en Italia, también han ajustado sus impuestos para 2025, con cantidades que pueden alcanzar los 10 euros por noche para alojamientos de lujo. Según el artículo publicado por Holidu en Berlín, el impuesto ha aumentado hasta el 7,5%, lo que refleja un cambio significativo en la política que se aplica a todas las estancias, incluidas las de negocios.