El estudio más reciente de GPEARI, la Oficina de Planificación, Estrategia, Evaluación y Relaciones Internacionales del Ministerio de Hacienda, muestra algo que pasa desapercibido en el ruido del pesimismo habitual: la economía portuguesa es resistente. Incluso ante choques de gran potencia, nuestras exportaciones resisten, se ajustan y vuelven rápidamente a la normalidad.

Según el estudio, el comportamiento de la economía estadounidense, aunque gigantesco en escala, influye poco en las exportaciones portuguesas. Un aumento de un millón de euros en el PIB de Estados Unidos se traduce en sólo 65 euros adicionales en las exportaciones portuguesas, un impacto casi simbólico. Pero la lectura esencial está en otra parte: cuando se produce un shock en Estados Unidos, las exportaciones portuguesas se recuperan más rápidamente que cuando ocurre lo mismo en Alemania o el Reino Unido.

Esto revela una característica fundamental de nuestro tejido empresarial: agilidad y sofisticación. Portugal ha aprendido a diversificar mercados y productos, apostando por bienes y servicios de mayor valor añadido. Las cifras lo confirman. El Banco de Portugal señala que más del 60% de la ganancia de cuota de mercado de las exportaciones portuguesas en la última década se debe precisamente a sectores intensivos en tecnología y conocimiento, desde los productos farmacéuticos a los servicios informáticos y de telecomunicaciones.

Mientras muchas economías europeas siguen intentando recuperarse de sucesivas crisis, Portugal demuestra que es posible ser pequeño, pero grande en adaptación. El talento, la creatividad y la capacidad de innovar se han convertido en nuestro verdadero diferencial competitivo. Por eso, cuando un shock golpea la economía mundial, Portugal no entra en pánico: se ajusta, reacciona y vuelve a crecer.

Este retrato debe servir de reflexión. Mientras otros prefieren "meter la cabeza en la arena", ignorando las señales de transformación, Portugal ha demostrado que el secreto está en mirar hacia arriba y avanzar. La resiliencia no es una casualidad, es el resultado del talento, de la apuesta por la innovación y de una economía cada vez más preparada para competir donde realmente importa en conocimiento, tecnología y capacidad de crear valor.

En tiempos de inestabilidad, el país demuestra que no es rehén del miedo, sino un ejemplo de cómo la inteligencia económica puede convertir la vulnerabilidad en fortaleza. Portugal no rehúye los retos; se reinventa ante ellos.