La noticia de que Portugal ha presentado una propuesta para albergar una Gigafactoría de Inteligencia Artificial (IA) de 4.000 millones de euros en Sines es algo más que otro titular de inversión: es una señal clara de que Portugal está dispuesto a posicionarse como un actor global serio en el mundo de la tecnología, la infraestructura de datos y la innovación. Y ya es hora de que el mundo se dé cuenta.
Este proyecto, liderado por el Banco Português de Fomento en colaboración con un amplio abanico de empresas privadas, podría representar uno de los movimientos más transformadores de la historia reciente de Portugal. No sólo crearía una de las instalaciones de supercomputación más potentes de Europa, con 100.000 de los chips de IA más avanzados, sino que además convertiría a Portugal en un destino europeo clave para la formación y el despliegue de los modelos de IA del futuro.
La Gigafactoría de Sines es algo más que un gran centro de datos. Es una declaración tecnológica. Dice que Portugal no solo participa en la carrera tecnológica mundial, sino que compite para liderar áreas como la IA, la ciencia de datos, la supercomputación y los servicios en la nube. Con sectores que van desde las telecomunicaciones y la tecnología sanitaria hasta las ciencias oceánicas, la industria aeroespacial y la defensa incluidos en el ámbito del proyecto, no se trata de una inversión de nicho. Se trata de un pivote nacional.
Sines ya es un lugar atractivo para la infraestructura digital. Alberga desembarcos de cables submarinos que conectan Europa con América y África. Tiene espacio, potencial energético y ventajas de refrigeración natural por su proximidad al Atlántico. Con el centro de datos Start Campus que ya se está construyendo allí, Portugal se está convirtiendo en un destino serio para los proveedores mundiales de la nube y los inversores en infraestructuras. La Gigafactoría reforzaría esa reputación exponencialmente.
Y las empresas detrás de esta propuesta reflejan la ambición: Altice, NOS, Microsoft, Sonae, Defined AI, Bial, Hovione, entre otras y junto a instituciones de investigación de primer nivel como el Instituto Superior Técnico, la Universidade do Porto, CEiiA y el Center for Responsible AI. No se trata de un ejercicio teórico. Se trata de una coalición de líderes de los sectores tecnológico, farmacéutico, de las telecomunicaciones y académico con conocimientos, experiencia y redes para crear un centro de IA de alcance mundial.
Lo que hace que este momento sea especialmente significativo es el contexto mundial. La IA ya no es una tecnología del futuro; es el presente. Las empresas que dominen la infraestructura de IA lo controlarán todo, desde los vehículos autónomos y el descubrimiento de fármacos hasta los sistemas de seguridad y la atención sanitaria personalizada. Europa está dando un paso adelante para asegurarse de no quedarse rezagada respecto a China o Estados Unidos, y Portugal ha presentado un proyecto que podría situar al país en el centro de ese esfuerzo.
Seamos claros: este proyecto reportaría enormes beneficios a la economía portuguesa. Una inversión de 4.000 millones de euros, 270 puestos de trabajo altamente cualificados en su primera fase, miles más indirectamente, y un beneficio potencial anual de 300 millones de euros para 2035. Pero lo más importante es que contribuirá a crear un ecosistema nacional que fomente la innovación digital, atraiga a los mejores talentos y abra nuevas oportunidades para las empresas emergentes y los investigadores.
El panorama tecnológico de Portugal no ha dejado de crecer en la última década, desde la atención prestada a la Web Summit hasta las startups unicornio. Pero este proyecto lo llevaría a otro nivel. Albergar uno de los principales centros de formación y despliegue de IA de Europa podría convertir a Lisboa, Oporto y regiones emergentes como Sines en imanes para el talento, la inversión y la innovación mundiales. No se trata sólo de infraestructuras. Se trata de identidad.
Es Portugal diciendo: "No somos sólo un destino turístico o un paraíso para jubilados. Estamos construyendo el futuro digital".
Por supuesto, esto es sólo una propuesta, y sí, una de las más de veinte presentadas a la Comisión Europea. España, por ejemplo, presenta un plan propio de 5.000 millones de euros. Pero los puntos fuertes de Portugal son claros: ubicación estratégica, instituciones académicas avanzadas, un sector tecnológico en expansión y una voluntad política real de acoger inversiones de gran impacto como ésta.
Las asociaciones público-privadas como la propuesta para la Gigafactoría son esenciales. Distribuyen el riesgo, combinan capacidades y garantizan que la infraestructura no solo se construya, sino que también se utilice en todo su potencial. Portugal debe esforzarse ahora por conseguir el apoyo de la UE y, sea cual sea el resultado, seguir por este camino de innovación y ambición.
Con la IA a punto de redefinir la economía mundial, Portugal tiene una oportunidad única de labrarse una ventaja competitiva duradera. La cuestión ahora no es si podemos hacerlo. La cuestión es si creemos en nosotros mismos lo suficiente como para hacerlo realidad.
Portugal ya no está sólo en el mapa. Para mí se está convirtiendo en el mapa del futuro de la IA, la innovación tecnológica y el liderazgo digital en Europa.