Se comprobó que el desarrollo reflejaba entre el 88% y el 92% de la luz solar y dispersaba el 95% del calor, unas 10 veces el poder refrigerante de la pintura estándar.

Esta pintura retenía el 30 por ciento de su peso en agua gracias a su mecanismo poroso, que luego podía evaporarse y refrigerar pasivamente los edificios.