Según un estudio realizado por Confused.com en colaboración con expertos en seguros de viaje, las experiencias culinarias se han convertido en un factor decisivo para los turistas británicos. Cuatro de cada cinco afirman que la comida es clave a la hora de planificar sus viajes, y casi la mitad da prioridad a la gastronomía local a la hora de elegir dónde cenar. Además, el 90% ha participado en actividades gastronómicas en el extranjero, desde rutas gastronómicas callejeras hasta clases de cocina.
El estudio clasificó las mejores ciudades gastronómicas de Europa en función de los restaurantes, la disponibilidad de la cocina local y las experiencias gastronómicas. Lisboa ocupa el cuarto lugar, por detrás de Roma, París y Barcelona, pero por delante de Atenas.
La capital costera de Portugal cuenta con 3.155 restaurantes mejor valorados, de los que el 18% ofrecen platos tradicionales. Entre los platos imprescindibles se encuentran los Pastéis de Nata, las adoradas natillas, y el Bacalhau à Brás, una reconfortante mezcla de bacalao desmenuzado, patata y huevo.
Los amantes de la buena mesa pueden elegir entre más de 430 actividades culinarias en Lisboa, como rutas a pie, excursiones en tuk-tuk a joyas ocultas y catas de vino. La vibrante escena gastronómica de la ciudad también está bien representada en las redes sociales, con más de 170.000 publicaciones en Instagram y 12.400 TikToks con #lisbonfood.
Portugal lleva mucho tiempo enorgulleciéndose de su rico patrimonio culinario, desde el marisco del Algarve hasta los sustanciosos guisos del norte. Aunque el alojamiento, el transporte y las actividades son cada vez más caros, la auténtica comida local sigue siendo una de las formas más accesibles y memorables de conectar con un lugar.