Organizado por Rede H -la Red Nacional de Estudios sobre la Vivienda, que reúne a académicos, la sociedad civil, el tercer sector e instituciones públicas y privadas-, el debate, titulado "Hablemos del control de los alquileres", pretendía romper el "tabú" en torno a la regulación de los alquileres. En el panel participaron geógrafos, economistas y un arquitecto, todos ellos de acuerdo en que la conversación está ganando terreno político y académico.

Simone Tulumello, investigador de la Universidad de Lisboa, afirmó que el control de los alquileres es ahora esencial en Portugal, donde la vivienda pública representa sólo el 2% del mercado. En su opinión, la regulación es la única manera de poner freno a un sistema "completamente desregulado" y hacer rápidamente que la vivienda sea más asequible para los residentes locales.

Por el contrario, la economista Susana Peralta, de NOVA SBE, advirtió de los inconvenientes a largo plazo de un control estricto de los alquileres, entre ellos las distorsiones del mercado y la mala orientación de la ayuda. Puso en duda que los alquileres regulados llegaran a los verdaderamente necesitados, y subrayó que sería más eficaz ampliar la oferta y aumentar la transparencia del mercado, por ejemplo mediante un registro nacional de alquileres.

Tulumello enmarcó el debate en la ideología: entre quienes ven la vivienda como un derecho básico y quienes la tratan como una mercancía. Para que la vivienda sea un derecho, dijo, se necesitan políticas diferentes, incluido el control de los alquileres.

Peralta, sin embargo, advirtió del peligro de precipitarse en la regulación de precios. En su lugar, pidió medidas para gravar a los inversores especulativos, poner en uso las propiedades vacías y apoyar los arrendamientos a largo plazo. También criticó los incentivos fiscales a los extranjeros ricos, ya que contribuyen al aumento de los alquileres.

Ambos coincidieron en que no existe una solución única. En palabras de Peralta, la raíz de la crisis está en la presión demográfica sobre los limitados espacios urbanos y en la lógica económica que adjudica la vivienda al mejor postor. Para que las políticas de vivienda sean eficaces, concluyó, deben reconocer que una casa es algo más que un activo financiero.