El Sr. Bogas admitió que existen algunas limitaciones legales para controlar a los pasajeros en las colas de autobuses y tranvías, pero dijo que la empresa está estudiando la posibilidad. "Si alguien tiene un billete válido, es difícil decirle 'no puede subir'", explicó. Carris está preparando una solicitud de aclaración al regulador del transporte, la ATM, para abordar estas cuestiones legales.

El Sr. Bogas dijo que está "fuera de cuestión" operar un sistema ilegal, añadiendo que la capacidad de los vehículos es el reto clave. "La mayor presión recae sobre el tranvía 28, que reanudó el servicio el 19 de mayo tras unas obras que nos hicieron perder más de un millón de pasajeros desde el pasado mes de junio", dijo.

Destacó la gran demanda del tranvía 28, que conecta Martim Moniz y Campo de Ourique y comparte parte de su recorrido con el autobús 12. "En Martim Moniz no se ve cola para el 12, pero sí para el 28: lo que importa es la marca", afirmó.

Para los viajeros habituales, la comodidad y la fiabilidad son más importantes. Los tranvías son menos prácticos que los autobuses, sobre todo cuando van llenos o no hay aparcamiento. Carris ha comprado nuevos minibuses, ideales para el estrecho recorrido de la 28, y tiene previsto adquirir tres más.

Ya se aplican colas diferenciadas para residentes y turistas en el ascensor de Santa Justa, donde la mayoría de los pasajeros son turistas. Es posible que se introduzcan medidas similares para el funicular de Graça, a la espera de aclaraciones legales.

Según el Instituto Nacional de Estadística(INE), Lisboa registró 21 millones de pernoctaciones en 2024, un 4% más que en 2023, lo que supone el 26% de la demanda nacional. Los ingresos turísticos de Lisboa alcanzaron el año pasado los 2.100 millones de euros.

Carris, operada por el Ayuntamiento de Lisboa, gestiona 777 autobuses, 64 tranvías, tres funiculares y un ascensor, y cuenta con 2.505 empleados.