Estos vibrantes periodos se caracterizaron por una paz, una iluminación, una vitalidad física, una belleza y una riqueza sin parangón. Ocurrieron cuando la humanidad alcanzó altos niveles espirituales, alineándose con los ritmos divinos y el flujo natural de la vida.
La esencia de las Edades de Oro: El Amor Divino
Es crucial comprender que la humanidad no alcanza la perfección por el mero hecho de llegar a la Edad de Oro. Más bien, una Edad de Oro se produce al elevar los sentimientos, pensamientos y acciones de la mayoría de las personas, que hacen del amor el centro de sus vidas.
El amor es el poder más extraordinario de la creación y actúa como fuerza unificadora. Realza la belleza, estimula el crecimiento espiritual y fomenta la armonía entre los hombres, los ángeles y los elementales.
Los seres humanos portan un Sello Divino, que contiene la Chispa Divina -la Presencia de Dios- dentro de sus corazones. Este Sello Sagrado también se llama la Llama Triple. Es la Actividad Suprema de Dios dentro de nosotros y nuestra fuente confiable de Amor. Durante las Edades Doradas, esta Llama del Corazón es tan fuerte que emana una Luz Dorada visible, transformando nuestros corazones en la mismísima Lámpara de Aladino, que nos dota del poder de precipitar todo lo que nuestros corazones desean.
En estos grandes Momentos Espirituales, no hay sufrimiento, ni enfermedad, ni discordia. Templos de Luz que encarnan virtudes divinas están situados en diversos lugares del planeta para traer bendiciones a la humanidad. Ángeles y Maestros Ascendidos caminan entre los humanos. Podemos ver y hablar con los seres elementales y los espíritus de la naturaleza.
La civilización del desierto del Sahara
Saint Germain explica que a lo largo de la historia, ha habido varios periodos de Edades Doradas Mayores y Menores cuando la humanidad se centró en su Fuente de Luz, su Presencia YO SOY. Aún así, desafortunadamente, de vez en cuando, el enfoque de la humanidad cambió del propósito divino a los deseos materiales, causando la retirada de los seres celestiales y de los templos visibles de Luz.
Un ejemplo de estos periodos es la Civilización del Desierto del Sahara, tal y como se relata en el libro *Unveiled Mysteries* de Godfré Ray King. Se cree que mucho antes de que el Sahara se convirtiera en una región árida, era una zona fértil, semitropical, llena de vida y prosperidad. Esta próspera civilización, que alcanzó su apogeo hace unos 70.000 años, era famosa por su majestuosa capital, llamada la Ciudad del Sol, que estaba estratégicamente situada en una ligera elevación e irradiaba hacia el exterior en todas direcciones. La ciudad contaba con edificios gubernamentales decorados con joyas radiantes y cúpulas cubiertas de oro puro, que simbolizaban tanto la gloria espiritual como la material.
El imperio estaba gobernado por un rey sabio e iluminado -Saint Germain- que, junto con catorce Maestros Ascendidos de la Luz, fomentaba una sociedad arraigada en la sabiduría y la armonía divinas. Estos Maestros, alineados con los Siete Rayos, dirigían la ciencia, la industria y el arte, cimentando su liderazgo en la conciencia espiritual. Era una representación verdaderamente expresiva de una Edad de Oro. El reino se extendía por toda África hasta la cordillera del Himalaya, reflejando su monumental alcance.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la atención de la gente pasó de la adoración espiritual a los placeres sensuales, lo que debilitó su conexión divina. Este declive espiritual condujo a la retirada del gobernante iluminado, de su familia y de los Maestros Ascendidos de la Luz. Finalmente, la discordia y el egoísmo desestabilizaron el equilibrio natural y social, culminando en un catastrófico cataclismo. La tierra se sumergió, transformando vastos territorios en un mar interior, mientras que los cambios geológicos posteriores formaron el actual desierto del Sahara, borrando la grandeza de un imperio antaño magnífico.
El nuevo amanecer: una edad de oro para nuestro tiempo
A lo largo de la historia, las grandes civilizaciones se han levantado y han caído, dejando tras de sí legados de logros y destrucción. Cuando los tiempos son buenos, la gente suele olvidar sus raíces, lo que conduce a la decadencia y la penuria. Pero los tiempos difíciles nos recuerdan nuestra conexión con algo más grande, allanando el camino para días mejores en el futuro.
El mundo actual se enfrenta a tiempos difíciles. A veces parece que estamos librando una batalla perdida contra los retos colectivos de nuestra sociedad. Pero estas mismas luchas nos dicen que estamos en el umbral de una nueva Edad de Oro. Las tradiciones de todo el mundo, desde el budismo hasta las antiguas enseñanzas de sabiduría, hablan de esta era, en la que la Conciencia Dorada vuelve a despertar para guiarnos hacia una sociedad armoniosa.
A medida que avancemos, seres perfeccionados regresarán para compartir el Camino Original de la Vida. Los Templos y Escuelas de Luz renacerán, impulsados por aquellos que aprovechen y expandan las virtudes divinas. La Gran Luz brillará de nuevo, restaurando la capacidad de la humanidad para ver, oír y sentir la Verdadera Realidad interior.
Mientras abrazamos este nuevo ciclo, recordemos: la Edad de Oro no es sólo un capítulo de la historia - es un destino escrito en el cosmos, esperando nuestro despertar colectivo.
¡Que Dios te bendiga!
Morgan Le Fay
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EL CAMINO HACIA LA EDAD DE ORO
Las Edades de Oro son ciclos de profunda iluminación espiritual en la historia de la humanidad, marcados por la paz, la belleza y la armonía. Durante estos tiempos, el amor y las virtudes divinas elevan a la humanidad, despertando la Chispa Divina dentro de cada individuo. Templos de Luz, Ángeles y Seres Ascendidos caminan entre nosotros, trayendo una sensación de dicha, y el sufrimiento y la discordia desaparecen. Históricamente, las grandes civilizaciones florecieron en estos momentos de gloria bajo líderes iluminados. Sin embargo, el materialismo condujo al declive espiritual y a la catástrofe. Hoy, la humanidad se encuentra al borde de otra Edad de Oro, en la que puede redescubrirse la conciencia divina. Los templos y las virtudes renacerán, revelando nuestra verdadera naturaleza interior. Este despertar nos guiará hacia la armonía, la plenitud espiritual y una conexión renovada con lo Divino Interior.
LA TIERRA PERDIDA DE LEMURIA
Lemuria fue una antigua masa de tierra altamente avanzada y espiritual en el Pacífico, que se cree fue la cuna de la civilización humana. Conocida por sus magníficos Templos de Iluminación, sus habitantes aprovechaban el Poder del Fuego Sagrado, que mantenía vivas las virtudes divinas y la conexión con su Fuente Divina. Interactuaban con Maestros Ascendidos y Seres Angélicos, viviendo en un Estado de Gracia y armonía espiritual semejante al Jardín del Edén. A medida que la civilización declinó debido a influencias negativas, el conocimiento sagrado fue preservado y trasladado a localidades más seguras, dando lugar a civilizaciones posteriores como la Atlántida. El legado de Lemuria nos inspira a reconectar con nuestra Luz interior y nuestras virtudes, recordándonos el ciclo de ascenso, caída y renovación de la humanidad, fomentando la paz, la armonía y el despertar espiritual en la actualidad.
EL AUGE Y LA CAÍDA DE LA ATLÁNTIDA
La historia de la Atlántida, más allá de la leyenda de una ciudad hundida, se detalla en las enseñanzas espirituales de los Maestros Ascendidos. Describe una civilización que una vez fue grande y que prosperó en un vasto continente en el Océano Atlántico, conocida por su avanzada tecnología, arquitectura y perspicacia espiritual. Con el tiempo, la decadencia moral y espiritual condujo a su caída, marcada por el mal uso del poder y el cataclismo ambiental, que culminó con la sumersión de Poseidonis alrededor del 9.600 a.C.. Esta leyenda sirve de lección moral, al subrayar que el progreso tecnológico por sí solo es insuficiente sin una sólida base ética. Insta a la humanidad moderna a dar prioridad a la integridad, la compasión, los valores morales y la conciencia espiritual, advirtiendo de que la codicia y el egoísmo pueden llevar a la destrucción de una civilización.