Más allá de la leyenda popular de una ciudad hundida, existe un relato rico y detallado de la civilización atlante que se encuentra en la filosofía espiritual de las Enseñanzas de los Maestros Ascendidos, cuyo objetivo es reconciliar la sabiduría antigua con la comprensión moderna. Esta versión de la historia es algo más que un cuento de hadas; es una significativa obra moral sobre el ascenso y la caída de una sociedad poderosa, que ofrece importantes lecciones para nuestro mundo.

El amanecer de una gran raza

Desde el punto de vista teosófico, los atlantes no eran sólo una nación insular, sino una vasta y antigua raza humana que una vez habitó un continente mucho mayor que cualquier masa terrestre moderna. Imagínese un continente que llenaba una parte significativa de lo que ahora llamamos Océano Atlántico, un mundo que prosperó durante millones de años. Con el tiempo, los cambios geológicos hicieron que esta enorme masa de tierra se dividiera en siete penínsulas e islas principales antes de desaparecer por completo.

Los atlantes eran un pueblo alto, bello y elegante que representó una etapa única en la evolución humana. Mientras que hoy en día nos centramos en desarrollar el pensamiento lógico y el razonamiento, los atlantes destacaban por su memoria altamente desarrollada y sus fuertes capacidades psíquicas. Al igual que los lemurianos, una civilización aún más antigua, la mayoría de ellos tenían visión espiritual y una poderosa conexión con su fuente divina, lo que les permitía percibir una realidad mucho más allá de nuestros cinco sentidos físicos.

Una civilización de maravilla y poder

Los atlantes alcanzaron un cenit de civilización que, en algunos aspectos, superó al nuestro. Sus logros eran un reflejo directo de sus dones espirituales y psíquicos únicos. Desarrollaron una tecnología maravillosa que incluía, por ejemplo, fuentes de energía avanzadas y "dirigibles". Su ingeniería y arquitectura eran igualmente magníficas, caracterizadas por estructuras gloriosas y extravagantemente decoradas.

Según las enseñanzas teosóficas, se transmitieron restos de su civilización y conocimientos, que influyeron en la creación de maravillas antiguas como las pirámides de Egipto y América.

La caída: Un cuento con moraleja

Según las enseñanzas de los Maestros Ascendidos, la caída de la Atlántida no fue sólo un trágico acontecimiento geológico, sino el resultado inevitable de una decadencia moral y espiritual. Los atlantes, especialmente su clase dirigente, se volvieron cada vez más "egoístas y materialistas". Empezaron a hacer un mal uso de su avanzada tecnología y de sus poderosas habilidades psíquicas en beneficio propio, recurriendo a la práctica de la "magia negra". Su culto pasó de la pura reverencia a su Fuente Divina Interior a una admiración corrompida de sus poderes mentales e ídolos.

Esta corrupción espiritual puso en marcha una serie de cataclismos. La destrucción del continente no fue una inundación única y repentina, sino un largo y prolongado proceso de sucesivos trastornos geológicos, terremotos e inundaciones que duraron cientos de miles de años. El rápido hundimiento final de la última isla superviviente, Poseidonis, en torno al 9.600 a.C., fue simplemente el último acto de una tragedia que se prolongó durante mucho tiempo.

Antes de que esta isla sufriera las presiones de la creación humana, la Jerarquía Divina advirtió una vez más a los sacerdotes y sacerdotisas de los Templos de la Luz sobre el cataclismo que se avecinaba, varios años antes de que sucediera. De forma similar a lo que ocurrió en el hundimiento de Lemuria, estos seres espirituales decidieron entre ellos incrustar las Llamas Sagradas, que habían guardado y protegido desde los tiempos de Lemuria, en sus propias Llamas del Corazón y luego llevarlas a otras partes de la superficie de la Tierra que soportaran los cambios que se avecinaban. De este modo, restablecieron nuevos centros del Fuego Sagrado para bendición de las civilizaciones futuras.

Una lección para la humanidad moderna

Tanto si se acepta la existencia de la Atlántida como un hecho histórico como si se considera un mito profundo, esta historia ofrece lecciones inestimables para nosotros hoy en día. Nos advierte de que el avance tecnológico y el inmenso poder no bastan para sostener una civilización si sus gentes carecen de una base moral y ética. El error de los atlantes consistió en dejar que sus increíbles capacidades y conocimientos se vieran corrompidos por la codicia y el egoísmo.

La historia de la Atlántida nos enseña la importancia de vivir una vida dedicada al beneficio de toda la humanidad, no sólo de nosotros mismos. Nos anima a mirar más allá de la superficie de nuestro mundo material y a considerar las responsabilidades espirituales y éticas que conllevan el progreso y el poder. En un mundo lleno de maravillas tecnológicas, la antigua historia de la Atlántida nos recuerda atemporalmente que nuestro destino colectivo está ligado a nuestro carácter, nuestros valores y nuestra voluntad de elegir el camino de la compasión por encima del interés propio. Es una lección que resuena a través de los milenios, instándonos a aprender de los errores del pasado para construir un futuro mejor.

Que Dios les bendiga.

Morgan Le Fay

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EL CAMINO HACIA LA EDAD DE ORO

Las Edades de Oro son ciclos de profunda iluminación espiritual en la historia de la humanidad, marcados por la paz, la belleza y la armonía. Durante estos tiempos, el amor y las virtudes divinas elevan a la humanidad, despertando la Chispa Divina dentro de cada individuo. Templos de Luz, Ángeles y Seres Ascendidos caminan entre nosotros, trayendo una sensación de dicha, y el sufrimiento y la discordia desaparecen. Históricamente, las grandes civilizaciones florecieron en estos momentos de gloria bajo líderes iluminados. Sin embargo, el materialismo condujo al declive espiritual y a la catástrofe. Hoy, la humanidad se encuentra al borde de otra Edad de Oro, en la que puede redescubrirse la conciencia divina. Los templos y las virtudes renacerán, revelando nuestra verdadera naturaleza interior. Este despertar nos guiará hacia la armonía, la plenitud espiritual y una conexión renovada con lo Divino Interior.

LA TIERRA PERDIDA DE LEMURIA

Lemuria fue una antigua masa de tierra altamente avanzada y espiritual en el Pacífico, que se cree fue la cuna de la civilización humana. Conocida por sus magníficos Templos de Iluminación, sus habitantes aprovechaban el Poder del Fuego Sagrado, que mantenía vivas las virtudes divinas y la conexión con su Fuente Divina. Interactuaban con Maestros Ascendidos y Seres Angélicos, viviendo en un Estado de Gracia y armonía espiritual semejante al Jardín del Edén. Cuando la civilización decayó debido a influencias negativas, el conocimiento sagrado fue preservado y trasladado a localidades más seguras, dando lugar a civilizaciones posteriores como la Atlántida. El legado de Lemuria nos inspira a reconectar con nuestra Luz interior y nuestras virtudes, recordándonos el ciclo de ascenso, caída y renovación de la humanidad, fomentando la paz, la armonía y el despertar espiritual en la actualidad.

EL AUGE Y LA CAÍDA DE LA ATLÁNTIDA

La historia de la Atlántida, más allá de la leyenda de una ciudad hundida, se detalla en las enseñanzas espirituales de los Maestros Ascendidos. Describe una civilización que una vez fue grande y que prosperó en un vasto continente en el Océano Atlántico, conocida por su avanzada tecnología, arquitectura y perspicacia espiritual. Con el tiempo, la decadencia moral y espiritual condujo a su caída, marcada por el mal uso del poder y el cataclismo ambiental, que culminó con la sumersión de Poseidonis alrededor del 9.600 a.C.. Esta leyenda sirve de lección moral, al subrayar que el progreso tecnológico por sí solo es insuficiente sin una sólida base ética. Insta a la humanidad moderna a dar prioridad a la integridad, la compasión, los valores morales y la conciencia espiritual, advirtiendo de que la codicia y el egoísmo pueden llevar a la destrucción de una civilización.