El mensaje fue claro y honesto: Portugal tiene todo lo que necesita para convertirse en un verdadero centro tecnológico europeo, con talento, ecosistema y reconocimiento internacional, pero debe aprender a escalar su transformación digital con visión y continuidad.
Portugal ha progresado notablemente en su posicionamiento como destino atractivo para las operaciones digitales, la ingeniería y la innovación, como he podido comprobar en lo que he ido escribiendo y describiendo aquí. Ciudades como Lisboa y Oporto se han convertido en imanes como centros globales de tecnología, startups y emprendedores digitales. La combinación de profesionales cualificados, una base de costes competitiva y un entorno cultural vibrante ha creado los cimientos de un ecosistema digital moderno.
Sin embargo, como señaló Rui Vaz, esto no es suficiente. El país aún se enfrenta a un reto estructural para traducir el potencial en crecimiento sostenible. Mientras las grandes empresas y las multinacionales invierten en soluciones en la nube, automatización y toma de decisiones basada en datos, muchas pequeñas y medianas empresas siguen abordando la tecnología de forma reactiva. Adoptan herramientas digitales sólo cuando aparecen incentivos o cuando los clientes las demandan, pero no como parte de una estrategia empresarial a largo plazo que alinee la tecnología con el propósito empresarial.
Esta falta de continuidad es una de las razones por las que Portugal aún no ha aprovechado plenamente su potencial digital. La innovación no puede depender de proyectos a corto plazo ni de presiones externas. Debe estar arraigada en la cultura de las organizaciones, guiada por un liderazgo que entienda la tecnología como un factor de crecimiento y no como una función de apoyo.
La entrevista también destacó otro punto crucial: la escasez de talento especializado. Portugal tiene excelentes ingenieros y científicos de datos, pero no suficientes. Retener y desarrollar a los jóvenes profesionales es vital si el país quiere mantener su ventaja competitiva. Eso requiere algo más que buenos salarios; requiere oportunidades, visión y confianza en el futuro del país.
Igualmente importante es la necesidad de colaboración entre empresas, universidades e instituciones de investigación. La economía digital se nutre del intercambio de conocimientos y de la cooperación; un buen ejemplo es el acuerdo de cooperación firmado entre Suiza y Portugal la semana pasada. Las asociaciones con startups y centros académicos pueden aportar diversidad, velocidad e innovación que los equipos internos por sí solos no pueden.
Las palabras de Rui Vaz también subrayan una verdad esencial: la transformación digital debe ser mensurable. Las empresas no deben limitarse a implantar tecnología, sino asegurarse de que genera un impacto real a través de procesos más eficientes, mejores experiencias de cliente y modelos de negocio más inteligentes. Ampliar las soluciones digitales con propósito y transparencia será la verdadera prueba de la madurez de Portugal en los próximos años.
El viaje digital de Portugal ya está en marcha, pero el siguiente paso requiere escala, estrategia e inversión sostenida. Tenemos los ingredientes, ahora el reto es combinarlos con coherencia.
Como bien resumió Rui Vaz, tenemos talento, ecosistema y reconocimiento; lo que falta es escalar lo digital con visión y continuidad. Estas palabras deberían servir de hoja de ruta para todos los líderes empresariales y responsables políticos que crean que Portugal puede y debe ser más que un destino digital. Puede ser un líder digital.








