La historia de la casa de alta costura

Yves Saint Laurent y su socio, Pierre Bergé, buscaban un refugio tranquilo, donde poder relajarse tras los ajetreados desfiles de moda y las cenas parisinas. Una villa en lo alto de la colina de Tánger les ofrecía todo lo que anhelaban. Construida en el estilo modernista de los años 40, la villa parece sencilla desde fuera; sin embargo, el interior está sacado de un cuento de hadas: paredes en tonos pastel, espejos antiguos, jarrones llenos de rosas recién cortadas, alfombras hechas a mano y mosaicos inspirados en la cultura norteafricana. El nombre "Mabrouka" significa en árabe "Casa de la Suerte", y la villa les sirvió de santuario marroquí.

Cada habitación fue diseñada con una paleta de colores nostálgica y romántica por el famoso diseñador francés Jacques Grange. Yves Saint Laurent dijo una vez que antes de descubrir Marrakech, todo era negro. Sólo en Marruecos descubrió la belleza de los colores, las nuevas combinaciones cromáticas y la inspiración infinita. También admitió que sus colecciones de rojo intenso y verde esmeralda estaban influidas por los azulejos de cerámica, los estampados y las prendas tradicionales marroquíes.

Un interior de cuento de hadas

En el interior de la villa, Yves encontró inspiración para sus nuevas colecciones, pasando el tiempo rodeado de antigüedades y decoraciones étnicas, que le encantaba combinar con elementos modernos. Cada rincón de la casa le hacía sentir que no sólo creaba moda, sino que también daba forma a su vida. Los jardines de la villa eran tan emblemáticos como sus interiores. Amplias terrazas bordeadas de olivos y cipreses e infinitas vistas sobre el Atlántico. Este lugar era un atelier natural, donde los colores, las texturas y los aromas creaban una sinfonía viva. "Me encantan los árboles y las flores. En Marrakech y Tánger encontré el mismo clima que había conocido en mi juventud. La vegetación es importante porque aporta mucha serenidad", afirma Yves Saint Laurent.

Créditos: Imagen suministrada ;

Un santuario de inspiración

Más allá de toda la inspiración visual, la villa ofrecía una atmósfera de profunda paz. Yves encontró su calma interior, lo que le permitió dedicarse plenamente a su trabajo y a su creatividad.

Tánger era su refugio, un lugar donde podía ser él mismo y crear sin compromisos.

Cada visita a este lugar era, para Yves y Pierre, una vuelta a la vida y a la energía, que les ayudaba a formar su obra única. Se convirtió en su lugar de descanso, lectura y meditación durante la última década de vida del diseñador.

Un nuevo capítulo

Tras el fallecimiento de Yves Saint Laurent, la villa permaneció en silencio durante un tiempo. Los interiores esperaban un nuevo capítulo, que les aportara una nueva vida, manteniendo el alma del lugar. El momento llegó en 2019, cuando fue adquirida por el diseñador británico Jasper Conran. La antigua casa particular se transformó en un elegante hotel boutique. Mantuvo su encanto, sus líneas finas y la amplitud de las habitaciones, al tiempo que introducía la ligereza y el confort típicos del estilo campestre inglés.

Créditos: Imagen suministrada;

Las ventanas de cristal del suelo al techo permiten ahora que la luz natural fluya por la casa, conectando los interiores con el azul brillante del mar y el cielo de Tánger en el exterior. Esto aporta a la villa una ligereza suave y confortable. En 2023, la villa se abrió de nuevo al público como lujoso hotel boutique. Todos los rincones se planificaron con esmero, pero aun así resultan sencillos y elegantes. Baños de mármol, mesillas de noche con lámparas de cerámica y decoración antigua, todo recuerda la historia de la villa y sus anteriores propietarios.

Los jardines siguen siendo igual de emblemáticos y ofrecen vistas panorámicas de Gibraltar y el océano Atlántico. Rebosantes de verdor y flores, Jasper Conran añadió más de 6.000 plantas, entre ellas arboledas de bambú, peonías y hierbas aromáticas. Dos piscinas, cada una con su propio carácter, complementan el paisaje. Una de ellas está excavada directamente en la roca, y la otra está revestida de mosaicos que reflejan el cielo, dando la impresión de que el agua es una prolongación del océano.

Las cuidadosas intervenciones de Conran dieron una nueva vida a la villa, manteniendo al mismo tiempo su atmósfera auténtica. Los huéspedes pueden disfrutar ahora del lujo y la serenidad, y de una rara sensación de intimidad.

Villa Mabrouka cuenta con doce habitaciones, repartidas entre la casa principal y pabellones más pequeños enclavados en los amplios jardines. Cada habitación es única y tiene alma propia. Algunas disponen de una terraza privada con una vista fascinante, otras están rodeadas de flores exóticas, lo que aumenta la sensación de misterio y completa intimidad.

Créditos: Imagen suministrada;

Cenar en Villa Mabrouka

Las experiencias culinarias son refinadas, al igual que los interiores. La villa cuenta con tres restaurantes, un bar de cócteles en la azotea y tres pabellones en el jardín ideales para cenas privadas. El menú del día consta de platos ligeros y frescos elaborados con ingredientes mediterráneos. El restaurante L'Orangerie, el principal, sirve exquisitos platos marroquíes en un ambiente elegante.

Un refugio para soñadores

La villa sigue atrayendo a personalidades famosas en busca de inspiración y armonía interior.

Villa Mabrouka es un lugar para pasar el tiempo contemplando la belleza de todo lo que le rodea. Más que un hotel, es una celebración de la creatividad, la naturaleza y el encanto intemporal.

www.villamabrouka.com

Dirección: Villa Mabrouka

1 Sidi Bouknadel

Tánger 90000, Marruecos