Lo que comenzó como un frenesí religioso en la Edad Media se convirtió en un fenómeno cultural.
La ciudad gallega de Santiago de Compostela se convirtió en una de las capitales de los turistas aventureros en busca de una aventura diferente.
De toda Europa se pueden encontrar las icónicas señales azules con la concha amarilla que ofrecen orientación a los numerosos peregrinos que buscan algo.
Una peregrinación ya no es lo que era. Para la mayoría, hacer el camino ahora, no se trata de aclamar a alguna figura religiosa. Se trata de autoconocimiento. Encontrar claridad en el caos. Como el loto en el barro.
El camino costero portugués es uno de los más utilizados para llegar a la ciudad. Otros vienen de Francia, el norte de España o Sevilla.
Es un viaje que no se olvida.


