A su debido tiempo, fue instruido en Sagrada Teología y se hizo diácono. En 424 murió el obispo de Rávena, y Cornelio de Imola, considerado el sucesor más cualificado, fue a Roma con su diácono Pedro para obtener la confirmación papal.

San Sixto III, inspirado por una visión de San Apolinar, el primer obispo de Rávena, se negó a ratificar la elección y nombró a Pedro en su lugar. Pedro recibió el sobrenombre de Crisólogo, que significa Orador de Oro, debido a su excepcional elocuencia.

Todos sus sermones eran muy sencillos y breves, pues temía fatigar la atención de sus oyentes.

Murió en 450 y más tarde fue declarado Doctor de la Iglesia.