En los aeropuertos nacionales, unos 200 vuelos sufrieron perturbaciones, entre retrasos y cancelaciones, 82 de los cuales se produjeron en el aeropuerto de Lisboa. En total, el 24% de los vuelos con origen en Portugal se vieron afectados.

Los datos figuran en el Informe de Tendencias de la Aviación de Eurocontrol, que también revela que, en toda Europa, más de un millón de pasajeros se vieron directamente afectados, de los cuales aproximadamente 200.000 no pudieron viajar según lo previsto debido a las cancelaciones.

España y Francia encabezaron la lista de retrasos en los vuelos de salida. Los aeropuertos españoles registraron una media diaria de 978 vuelos retrasados, mientras que en Francia la cifra fue de 819, correspondientes al 27% y el 39% de los vuelos con origen en esos países, respectivamente. A continuación se situaron el Reino Unido, con 401 retrasos diarios, e Italia, con 319.

Anton Radchenko, fundador deAirAdvisor y experto en derecho aeronáutico, afirma que la perturbación fue sistémica y afectó a la puntualidad, la rotación de aviones, los turnos de tripulación y la conectividad de los pasajeros durante varios días. Según él, además del impacto operativo, la huelga causó pérdidas financieras y medioambientales. El informe de Eurocontrol calcula que la huelga generó 47 millones de euros en costes por retrasos y 73 millones en pérdidas por cancelaciones en toda Europa.

Además, el desvío masivo de vuelos para evitar el espacio aéreo francés provocó 6 millones de kilómetros de vuelo adicionales, lo que se tradujo en el consumo de 18.000 toneladas de combustible extra y la emisión de más de 60.000 toneladas de CO₂ adicionales en sólo dos días. Dada su situación geográfica y el volumen de tráfico turístico, España absorbió una parte importante de este impacto.

Anton Radchenko valora que, más allá de las cifras, este episodio plantea cuestiones urgentes sobre la gobernanza del espacio aéreo europeo y la protección de los pasajeros. Según el Reglamento (CE) nº 261/2004, las huelgas de controladores aéreos se consideran "circunstancias extraordinarias", lo que exime a las compañías aéreas de pagar compensaciones económicas por retrasos o cancelaciones. Sin embargo, el fundador de AirAdvisor explica que las aerolíneas están legalmente obligadas a prestar asistencia, como comidas, alojamiento y traslados en vuelo. "Las huelgas de controladores aéreos escapan al control de las aerolíneas, pero eso no significa que los pasajeros estén desprotegidos. Las aerolíneas siguen teniendo la obligación legal de ayudar a los viajeros varados ofreciéndoles traslados, reembolsos y asistencia en tierra. El problema es que la mayoría de los pasajeros desconocen sus derechos, y muchas aerolíneas tardan en reaccionar o no cumplen adecuadamente", señala Anton Radchenko, creador de una guía gratuita que explica las indemnizaciones previstas en el Reglamento 261 de la UE según los tipos de perturbaciones.

Según él, lo ocurrido demuestra la fragilidad de la red aérea europea. "Respetar el derecho de huelga es esencial, pero también lo es proteger la estabilidad del transporte aéreo europeo frente a crisis previsibles y recurrentes". Por ello, Radchenko subraya la urgente necesidad de un cambio estructural. "Francia no protege los sobrevuelos durante las huelgas. España e Italia sí lo hacen. Necesitamos un marco armonizado a escala europea. Sin unos niveles mínimos de servicio comunes en toda la UE, cada huelga se convierte en una perturbación continental."