Según la mayor asociación del sector del país, el descenso se atribuye al calor extremo y a la escasez de precipitaciones en los últimos cuatro meses.
"Durante los meses cruciales para la producción de aceite de oliva, nos encontramos ante un escenario difícil, prácticamente sin precipitaciones", afirma Susana Sassetti, directora ejecutiva de la Asociación Portuguesa de Olivicultores y Almazaras(Olivum).
"Este año, en comparación con la campaña anterior, en muchas zonas los olivares no han podido mantener un desarrollo normal del fruto. Este escenario crea un clima de preocupación en el sector, que se enfrenta a una campaña marcada por una gran variabilidad entre regiones y variedades, pero con una tendencia común de reducción de la productividad", asegura el dirigente de Olivum.
La asociación explica que "en varias zonas de Portugal, la sequía y las altas temperaturas durante la maduración provocaron la deshidratación del fruto, afectando a su productividad", argumentando Susana Sassetti que "incluso en los olivares de regadío, se necesita más agua, y su falta está teniendo un claro impacto en la caída de la producción".








