¿Cómo empezó todo?

Todo empezó cuando Cláudia y José navegaban por las redes sociales y vieron vídeos de festivales y ferias de calabazas con frutas enormes. Quedaron fascinados y quisieron intentar hacer lo mismo ellos mismos.

Ya sabían mucho sobre el trabajo agrícola, pues José creció en Alte y Paderne, pequeños pueblos del Algarve, donde su padre le enseñó todo sobre agricultura y ganadería. "A partir de ahí, cultivar hortalizas gigantes fue sólo un pequeño paso. El presidente de la parroquia de Paderne se interesó por esto y nos ha ayudado todo lo que ha podido".

Poner nombre y cuidar a los gigantes

Las calabazas llevan el nombre de sus madres y abuelas. "Nos pareció gracioso", dice José. "La que lleva el nombre de mi mujer, por desgracia, no sobrevivió al segundo año".

Han tenido varias decepciones, normalmente debidas al calor. Las calabazas y los melones empiezan a agrietarse por el rápido crecimiento, y cuando entra el aire, la fruta ya no está buena.

Toda la familia ayuda a arrancar las malas hierbas, a tapar las raíces de las calabazas gigantes y los niños ayudan en las tareas más duras los fines de semana.

"Te da una motivación enorme ver cómo la calabaza crece 30 kg al día, en el punto álgido de su crecimiento. Es espectacular. Si tuviera que encontrar una fruta que representara nuestra personalidad, sería sin duda nuestra calabaza gigante, porque mucho trabajo duro puede dar grandes resultados".

Lo que es interesante saber es que las calabazas son en realidad una fruta, no una verdura. José explicó que una calabaza es botánicamente una fruta porque se desarrolla a partir de la flor de la planta y contiene semillas. En la cocina, se considera una verdura, porque suele utilizarse en platos salados.

Éxito de campeonato

La calabaza gigante es también la fruta que ha ganado el mayor premio.

"He sido campeón nacional con una calabaza gigante de 857 kg, una sandía de 80 kg y un melón de 24 kg desde 2019. Además, siempre he ganado el concurso de mi pueblo, que también cuenta para el GPC internacional. Este año fui a Valtierra, España, donde gané el tercer puesto con la sandía y el primero con el melón. La calabaza gigante para este concurso fue la más grande que he tenido nunca, se partió con 926 kg, justo 50 días antes del concurso".

La International Great Pumpkin Commonwealth(GPC) es una organización específica conocida por el cultivo de calabazas gigantes. En ella, los cultivadores pueden ganar el título de Cultivador del Año. En estos concursos, las calabazas suelen pesar unos 500 kg, y las mejores superan los 900 kg. Para ganar, las tres calabazas de un cultivador deben pesarse en tres ocasiones diferentes y obtener un peso mínimo combinado.

Le pregunté a José qué hacen con las "abóboras" (calabazas) gigantes después de los concursos, y me explicó que, una vez retiradas las semillas, las calabazas se entregan a diversas organizaciones para preparar sopas y otros platos.

Créditos: Imagen suministrada; Autor: Cliente ;

Desafíos y clima

Asistir a estos concursos no es fácil debido a la logística. "El transporte se hace con la ayuda de maquinaria de la parroquia de Paderne. También se necesita un palé doble y hay que alquilar una furgoneta".

"Es interesante, pero en Paderne, no sé por qué, hay una especie de microclima. Hace mucho frío en invierno y puede alcanzar los cincuenta grados en verano. Utilizo el control de nubes, ventiladores y un hidrómetro para controlar la temperatura y la humedad, que es casi nula en verano. Creo que sería mucho más fácil junto al mar".

La aventura de la pitaya

Más allá de las calabazas gigantes, Cláudia y José cultivan también pitayas (fruta del dragón), que venden en el municipio de Albufeira, en las tiendas y mercados locales y también reparten por todo el país. "Nuestras pitayas ya han llegado a todos los rincones de Portugal; el consumidor final sólo tiene que comprarlas. Ahora tenemos unas 180 variedades de esta fruta".

Decidieron empezar a cultivar pitayas tras comprar cuatro plantas en España en 2017. "Las cultivamos en casa y nos encantó su sabor. Todo el que las probaba quería comprarlas", explican. Cultivar estas frutas no es fácil, pero Cláudia y José lo han resuelto a la perfección.

"Esta planta no se adapta bien a nuestro clima en Paderne, así que tengo que ayudarles mucho y ajustar las condiciones. Las mallas de sombra son esenciales, y el riego también. Las calabazas gigantes requieren más agua y un trabajo interminable, pero eso es lo que yo hago, no podemos permitirnos contratar ayuda, lo hacemos todo nosotros".

Trabajo duro y dedicación

"No hay ningún secreto", dice José. "Necesitas una semilla con buena genética y eso cuesta mucho dinero, y también necesitas una preparación adecuada de la tierra, microbiología del suelo y mucho trabajo duro".

Tanto José como Cláudia tienen trabajos a jornada completa, y todo su tiempo libre lo dedican a cuidar de su fruta. "A veces salimos a las 2 de la mañana para polinizar las pitayas manualmente", se ríen.

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